Las personas trans que llegaron a la tercera edad: “Somos sobrevivientes de la violencia”
Yolanda Torres, bogotana de 61 años, está impulsando la creación de un colectivo de personas trans adultas mayores, cuando la esperanza de vida de esta población se estima es de 35 años


P. ¿Solo sufrían la violencia policial?
R. No. La violencia no solamente ha venido de la policía, sino también por parte de una sociedad que pensaba que estábamos cometiendo el pecado más grande. La misma sociedad nos rechazó, se burló.
P. ¿Qué ha cambiado en los últimos treinta años?
R. Si bien en algunos lugares aún pasa, las cosas sí han ido cambiando muchísimo. Algunas pertenecemos a una generación que con mucho esfuerzo logró culminar sus estudios, y poco a poco vamos teniendo más ejemplos, por ejemplo Brigitte Baptiste, rectora en la Universidad EAN, o Charlotte Callejas, viceministra. Las mismas personas que vivieron los años más difíciles, nos hemos dedicado a luchar por nuestros derechos. Yo tengo una hija trans de 20 años y son totalmente diferentes a nosotras. Pueden disfrutar de más derechos. Por ejemplo, es más fácil que ahora puedan acceder pronto a bloqueadores hormonales. Antes a la mayoría les tocaba esconderse, ser como una especie de transformista. Antes los únicos lugares para reunirse eran los inquilinatos donde las trabajadores sexuales alquilaban habitaciones, o las peluquerías. Era una sociedad muy diferente y es importante señalar que las nuevas generaciones – no solo las que tienen experiencia de vida trans — son más tolerantes.
P. Para esa época era aún más difícil conocer personas trans, ¿Cómo fue hacer comunidad?
R. Yo pensaba que eran unas valientes capaces de maquillarse, de vestirse como chicas, de transformarse. A otras, nos tocaba escondernos. Entonces, iba y hablaba con ellas y… en el fondo sabía que yo también era una de ellas. También conocí ya más adultas en mi trabajo como activista a personas de 70, 80 años que por fuera se veían muy señores, con barba y pelo en el pecho, pero cuando les preguntaba su nombre me decían su nombre identitario femenino. Así que es clave resaltar que no solo es algo de la apariencia física, sino es algo que se lleva por dentro.
P. ¿Cómo fue la decisión de transicionar en una sociedad tan discriminatoria?
R. Es todo un proceso. Primero, eres como una transformista, una persona que lo hace de vez en cuando. Un día dices: mejor me quedo así, ya no me importa lo que la gente piensa. Yo lo viví como a los 22 años. Ahí tienes que renunciar a muchas cosas. Renunciar al trabajo o a la familia. En mi caso yo no tengo contacto con la mía porque creen que soy la oveja negra. O por ejemplo, no te arriendan vivienda. Eso es algo que persiste hoy en día y si eres de la tercera edad ya no te contratan para ciertas cosas. Aunque empleen mujeres trans solo lo hacen con las más jóvenes.
P. Alcanzó una edad a contracorriente. ¿Cómo se siente con ese logro?
R. Me siento orgullosa y feliz. Las personas trans que llegamos a la vejez solemos decir que la logramos. Somos personas libres y pese a las condiciones precarias en las que estamos podemos ser quienes queremos.

P. ¿Qué sigue en su plan de juntar a las personas trans de la tercera edad?
R. Inicialmente quisiéramos enseñarles cosas básicas que muchas desconocen, como qué es una tutela, qué son las políticas públicas, cómo nos benefician o cómo interponer un derecho de petición. Esas cosas que les permitan hacer cumplir sus derechos. Actualmente estoy impulsándolo junto con María Luisa Fuentes, que fue conocida por la película de su vida “Señorita María, la falda de la montaña”, y nos ha apoyado en esa idea, Brigitte Baptiste. No obstante, sigue siendo difícil juntar a las personas trans porque en algunos casos trabajan o trabajaron en actividades sexuales pagas por muchos años, así que viven en la absoluta precariedad y no tienen tiempo o prioridad de atender esto. Muchas tuvieron que vivir las drogas, la prostitución y los maltratos. Cambiar eso es lo que me motiva. Que podamos incidir en políticas públicas y otros escenarios en los que ellas puedan tener acceso a una casa, un trabajo o al menos un médico. También tenemos las esperanzas puestas en la aprobación de la Ley Integral Trans que cambiaría totalmente las cosas para nosotras que somos sobrevivientes a la violencia.
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