Andalucía cuenta con una normativa para detectar, prevenir, intervenir y combatir cualquier forma de discriminación en los centros educativos sostenidos con fondos públicos de la comunidad autónoma. Dentro de ella, se recoge el acoso o agresión contra la libertad y orientación sexual, entre otros muchos supuestos. «No hay protocolos LGTBI específicos, tenemos una normativa en materia de convivencia», explica Mercedes Márquez, orientadora educativa del equipo especializado de la Junta de Andalucía. Esta normativa se rige por la orden de 20 de junio de 2011, por la que se adoptan medidas para la promoción de la convivencia en los centros docentes sostenidos con fondos públicos y se regula el derecho de las familias a participar en el proceso educativo de sus hijos e hijas. Sin embargo, sí hay un protocolo propio para el alumnado trans. «Viene a garantizar que los centros educativos den respuesta a este alumnado», cuenta. Este se basa en la Orden de 28 de abril de 2015, por la que se modifica la ya citada de 2011.
Este protocolo de 2015 fue el primero de Andalucía en este sentido, en él se dan orientaciones y pautas de acción para la comunidad educativa cuando un niño, niña o su familia manifiesta su cambio de identidad de género. «Mi trabajo también consiste en ayudar a los centros a que sean capaces de gestionar los casos que tienen, que son muy variopintos», comenta Márquez, especializada en la orientación sexual para jóvenes. La orientadora cuenta que hay veces en las que las propias familias son las que acuden al centro a pedir ayuda y a que se implementen estos protocolos, pero que en otras ocasiones son las familias las que se oponen.
En dicho protocolo existe una fase de comunicación e identificación en la que participan los tutores, orientadores, dirección y familias, ya que se necesita su expreso consentimiento para que el centro pueda identificar las necesidades educativas de este alumnado y actuar en base a ellas. Además, establece que se observará en todo momento el máximo respeto a su derecho a desarrollar libremente su personalidad durante su infancia y adolescencia conforme a su identidad de género. «La comunidad educativa tenemos un papel fundamental de acompañamiento, de ayuda y de no sacar nadie del armario sin su permiso», dice la orientadora.
Márquez, en el desarrollo de su trabajo, da directrices a los centros gracias a su experiencia laboral en estos procesos de acompañamiento, ya que en los protocolos pueden existir ciertas ambigüedades. Además, hace hincapié en la idea de que en cada etapa educativa el proceso es diferente, también en cada alumno. Por ejemplo, en infantil es mucho más frecuente que el niño lo haya comentado con sus compañeros y todos lo hayan naturalizado. «Estas pautas que nos facilita la Junta de Andalucía no dejan de ser una normativa a cumplir, pero muchos centros se involucran hasta las cejas, mientras que otros pasan de puntillas», afirma. Esto pasa en el caso de los colegios e institutos, pero también hay familias que lo aceptan y otras que no: «Si hay familias que no reconocen la identidad de un menor o una menor se puede, dentro de esas medidas, notificar un maltrato». Así lo recoge dicha orden de 2015, de acuerdo a lo fijado en el Decreto 3/2004, de 7 de enero, por el que se establece el sistema de información sobre maltrato infantil de Andalucía.
Cabe destacar que esta normativa es común en todos los centros andaluces. Además, en otras comunidades autónomas también existe mucho paralelismo porque esta región fue la primera en desarrollar este protocolo. Esto originó que otras solicitaran ayuda a Andalucía para diseñar sus protocolos.
Años más tardes, en la Ley 8/2017, de 28 de diciembre, para garantizar los derechos, la igualdad de trato y no discriminación de las personas LGTBI y sus familiares en Andalucía, se estableció que la administración autonómica «elaborará e implantará en todos los centros educativos un protocolo de prevención que evite actitudes o comportamientos de LGTBIfobia que impliquen prejuicios y discriminación por razón de orientación sexual, identidad y expresión de género o pertenencia a familia LGTBI». Sin embargo, la orientadora explica que, en realidad, son los protocolos de prevención de acoso, recogidos en 2011. «Se vuelve a insistir, además se recala en la discriminación que sufre una persona LGTBI», apunta.
Por otro lado, hay que resaltar que para abrir un protocolo por acoso se tienen que dar una serie de características, tal y como se recoge en la orden de 2011. Entre ellas están la intencionalidad de convertir a una persona en víctima; la repetición en el tiempo y sufrimiento continuado de la víctima; el desequilibro de poder físico, psicológico o social; la indefensión de la víctima y personalización del maltrato; el componente colectivo o grupal, y los observadores pasivos, que no contribuyen suficientemente para que cese la agresión.
En blogaverroes.juntadeandalucia.es/cosjmalaga se puede consultar la normativa LGTBI y otras actividades que se llevan a cabo en materia de prevención, actuación con profesorado y medidas tomadas en este sentido.
Profesores y familias
Estos protocolos existen y son aplicables para situaciones de acoso y agresiones, pero lo más importante es el trabajo preventivo para evitar llegar a esa situación. Dentro de la prevención no sólo hay que trabajar con el alumnado, también son fundamentales las familias y el equipo educativo. «Hay que trabajar la sensibilización con los grupos en lo que es la diversidad, pero también con las propias personas LGTBI, necesitamos que vayan sacando fuera la LGTBIfobia interiorizada y que sean capaces de empoderarse y de ser capaces de poder gestionar una posible situación de acoso», dice Márquez.
«En el propio protocolo debería recogerse la la prevención, consistente en observar mucho a la clase, en que los niños y las niñas en los grupos suscriban, por ejemplo, un manifiesto anti acoso, que hablemos de derechos humanos, que hablemos de diversidad, que esté esto en la mesa», comenta la orientadora. Una de las claves para la prevención es la transversalidad, hablar de estos asuntos en cada asignatura y cada clase para dar normalidad y visibilizar la diversidad. Este es uno de los problemas que ve la orientadora, que muchos docentes se limitan a lo cotidiano y no hacen esa función de tutorización, de acercamiento a las emociones, sentimientos y necesidades del grupo. «Por ejemplo, si en la clase de matemáticas pongo un problema, puedo poner que las mamás de Lucía se han comprado una casa con una hipoteca de tal cantidad al mes y, así, estoy visibilizando la diversidad», afirma.
El principal problema del profesorado, según Márquez, es la falta de sensibilidad para trabajar estos asuntos. Explica que estas dificultades se deben a que tiene más carga de socialización diferenciada de género, más carga de la impronta social que han vivido y del modelo cis heteropatriarcal. Algo que provoca que sea más difícil garantizar el abordaje de los protocolos. Sin embargo, el alumnado, en esencia, toma estos asuntos con mayor naturalidad y sensibilidad. Aunque la orientadora se muestra «preocupada» ante el crecimiento de un perfil de alumnado con un machismo hegemónico que, por ejemplo, niega la existencia de la violencia de género.
«Muchos centros no abordan estas temáticas por miedo a las familias cuando en realidad es una normativa de obligado cumplimiento»
La formación de los docentes se articula a través de los Centros de Profesorado. Por ejemplo, este curso se va a desarrollar un taller que se llama 'Claves de acción en la educación sexual para el contexto educativo', donde se va a trabajar sobre protocolo educativo, diversidad sexual y educación sexual, entre otras cosas. «Por nuestra tradición judeocristiana y nuestras bases es muy difícil todavía cambiar las cosas porque esas son las raíces de la LGTBIfobia. También el sexismo, que viene de hacernos creer que somos diferentes, de educar desde una visión desde el machismo hegemónico», explica la orientadora. Para romper este modelo binarista y sexista, de presuponer la heterosexualidad y cisexualidad, se debe trabajar en la diversidad y no dejar esos asuntos en manos sólo de las asociaciones, considera Márquez, quien también ve como fundamental que se instaure una asignatura de educación sexual en la que se aborden estos temas.
Por otro lado, las familias también tienen un papel fundamental en la actuación y prevención de los casos de LGTBIfobia. «Muchos centros no abordan estas temáticas por miedo a las familias cuando en realidad es una normativa de obligado cumplimiento», comenta Márquez. En este sentido, se hacen campañas de sensibilización con las familias para intentar cambiar y poner claves de acción para afrontar y evitar estas situaciones. «Sigo creyendo que hay muy pocas personas adultas subidas en el carro de la defensa de los derechos humanos», denuncia.
Medidas de prevención
En el instituto Alfaguar son conocedores de los protocolos y normativa para combatir y prevenir la LGTBIfobia, así como para actuar con el alumnado trans. En este centro han activado en varias ocasiones el protocolo de identidad de género. Cabe recordar que este siempre hay que ponerlo en marcha cuando un niño, niña, familia o profesorado detectan esta situación. Sin embargo, nunca han tenido que llevar a cabo un protocolo por motivo de acoso por orientación sexual o identidad de género. Uno de los motivos, puede ser por las diversas actuaciones de prevención que realizan durante todo el año.
Una de estas medidas es colocar banderas LGTBI de forma visible en el centro durante todo el curso. «En un principio sólo lo hacíamos en el mes de mayo, sobre el 17 que es el día contra la LGTBIfobia, pero eso no tenía efecto ninguno», cuenta Rosa Torres, directora de este instituto. Una dinámica permanente que se completa con otras actuaciones como la creación del documental 'Imparables', donde aparece el testimonio de personas del colectivo LGTBI que han sufrido acoso por su orientación sexual durante su vida. «Nuestro alumnado participa de esos testimonios y, al final, acaba con un debate de ese alumnado que participa en el documental», explica.
Medidas preventivas
«En un principio sólo poníamos la bandera LGTBI en el mes de mayo, sobre el 17 que es el día contra la LGTBIfobia, pero eso no tenía efecto ninguno» - Rosa Torres (Directora del instituto Alfaguar)
Un documental que ya cuenta con una segunda parte, con la colaboración de la Escuela Superior de Arte Dramático. En él, se dio más importancia a la necesidad de un entorno seguro en los centros para que no se produzca ningún tipo de acoso contra el alumnado LGTBI. Además, 'Imparables' cuenta con una guía didáctica elaborada por el gabinete de convivencia de la Delegación de Educación. Una guía que se trabaja con los alumnos en el centro, así como la elaboración de gincanas, exposiciones y entrevistas enfocadas a este mismo objetivo.
Del documental también surgieron los premios 'Imparables', un reconocimiento a todas aquellas personas y colectivos que colaboran en la construcción de un mundo en igualdad de oportunidades y libre, donde se respeten todas las realidades y la diversidad, independientemente de la orientación sexual y/o identidad de género, explica Torres. Este premio ya cuenta con una categoría internacional, además de otras como educación, arte, deporte, investigación y comercio.